viernes, 20 de septiembre de 2013

SEGUIMOS CON EL COMIENZO

Si habéis leído la entrada anterior sabréis que aún me quedaba un ovario y un trompa. En las distintas revisiones ginecológicas todo estaba bien. Mi ovario era gordito porque tenía que suplir la falta del otro y se había desarrollado más. Hasta hace poco la única consecuencia de esa operación era un ovario gordito y que la menopausia me vendría antes, pues los ovarios tienen una vida útil, por decirlo de alguna manera; cuando tenemos dos ovarios, cada mes "trabaja" un ovario, por lo que podemos decir que se reparten la tarea, pero al tener uno solo "trabaja" el solo, pues ovulas igual todos los meses, pero claro, el pobrecito se cansa antes.
Me había olvidarme decir que actualmente me falta poco para cumplir los 36 años. Ahora estaréis pensando que la causa de mi infertilidad es que mi ovario se cansó pronto, el pobre. Pues no. Hace casi 4 años me empezó a doler la barriga... ¿os suena? Fui a urgencias, de madrugada porque me despertó el dolor, y, como tenía la regla y me dieron buscapina y me pasó el dolor el diagnóstico fue: dolores menstruales. Y me volví para casa. Decir que mis reglas siempre fueron muy normales, nada dolorosas ni abundantes ni nada. Decir también que duermo como un ceporro y que no me despierto ni aunque me saltes en la cama. Pero el dolor me despertó, así que sí, era un dolor fuerte como para ir a urgencias, y no me gusta demasiado ir al médico, por lo que no soy una persona aprehensiva ni hipocondríaca.
Pero bueno, el dolor pasó. Pues sería eso: dolor de regla... Pero a la semana el dolor volvió pero multiplicado por mil y cada minuto que pasaba se multiplicaba otra vez por mil. Otra vez de madrugada. Así que vuelta a urgencias. Del trayecto no recuerdo nada más que dolor, mucho dolor, creo que incluso casi gritaba del dolor. Llegué a urgencias y me metieron en un box. Me empezaron a dar calmantes y más calmantes mientras llegaba la ginecóloga de guardia. Soy funcionaria y a través de MUFACE tengo el seguro médico con ADESLAS, así que en el hospital al que voy los médicos especialistas de guardia están en su casa. Y la señora ginecóloga debía estar en su casa muy bien metida en cama o sabe dios donde, porque no apareció. Y así me dieron las 8 de la mañana (desde las 2 aproximadamente) gritando de dolor, y gritando mucho. Me llegaron a poner morfina porque el dolor era ya insoportable, pero lo único que conseguía era dejarme medio grogui durante unos pocos minutos, pero el dolor volvía otra vez y yo otra vez a gritar. Las pobres de las enfermeras ya no sabían que darme, y la ginecóloga de guardia seguía sin aparecer. Así que a las 8 de la mañana, cuando llegó el otro ginecólogo, que tenía consulta, me subieron como pudieron a la consulta a que me hiciera una ecografía. ¿El resultado? Mi ovario se había torsionado sobre si mismo y había que operar. El médico, con cara de póker, me dijo que intentaría salvarme algo de ovario, pero si veía que era imposible tendría que quitármelo todo. El dolor que tenía era tal que, por mí, como si me quitaba la barriga entera, pero por favor que alguien parara ese dolor.
Y así volví a quirófano, pero esta vez ya sin mi muñeco. Me abrieron por la misma cicatriz que tenía, la del medio, para no dejarme la barriga como un mapa. Y cuando volví del quirófano volví sin mi otro ovario y sin mi otra trompa, y con mis mismas cicatrices. Sólo me quedaba el útero. En cuanto desperté, lo primero que me dijo el ginecólogo que me operó fue que mi ovario había dado 3 vueltas sobre sí mismo, que era normal que gritara del dolor porque lo único que me podría quitar el dolor era la anestesia, y que no me preocupara por nada, que yo podría tener hijos gracias a la ovodonación, a la donación de óvulos, y que esos hijos iban a ser míos, muy míos, que yo los iba a llevar en mi vientre, los iba a parir y los iba a criar y educar, por lo que iban a ser tan míos como si llevaran mis genes. Era la primera vez en mi vida que oía la palabra ovodonación. Por aquella época no tenía pareja, ni vistas a tenerla, así que no era una prioridad en mi vida tener hijos, pero no pude evitar que me cayeran las lágrimas. Eso sí, en soledad. Delante de mis madre y demás familia, amigos... me hice la fuerte (soy fuerte). No pasaba nada, me habían quitado el dolor, y mi ovario gordito y mi trompa correspondiente, pero en su día podría tener hijos.
Me dieron terapia hormonal sustitutiva, porque evidentemente ya no ovulaba con lo que para no padecer los efectos de la menopausia y mantener mi útero funcionando para cuando quisiera tener hijos. Así que no tenía ovarios, no óvulos ni nada, pero seguía teniendo la regla. Las hormonas son parecidas a las pastillas anticonceptivas: 21 pastillas, 1 semana de descanso en la que te viene la regla y otra caja...

Y este es el verdadero comienzo en el camino de la infertilidad. Sin ovarios no hay óvulos; sin óvulos no hay fecundación; sin fecundación no hay embarazo, y sin embarazo no hay hijos, al menos por el método tradicional.
Doy gracias a los avances de la ciencia y a esas personas que desinteresadamente donan partes de su cuerpo (sangre, óvulos, médula, órganos...) y permiten a muchas otras personas, como yo, vivir o conseguir un sueño.
De esta época sí lo recuerdo todo, pues ya no era una niña pequeña como la primera vez. Lo peor de todo es pensar que esos dolores tan insufribles los sufrí durante un año con 6 añitos, porque si me dolía tanto como esta vez no sé cómo aguanté, pero es que soy rarita...

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